sábado, 28 de marzo de 2020

Hospital donde estaba Dios

¡Hola!

En un punto de nuestra vida, todos nos hemos preguntado si Dios existe. Yo también tuve muchos momentos así. Muchos días sin creer, muchos días creyendo un poco, muchos días creyendo mucho, muchos días sin saber que pensar y en muchos otros ya estaba cansado.

Yo sé que Dios le habla de una manera diferente a cada persona. Y es por eso que te quiero contar una experiencia que tuve hace 8 años, cuando Dios me habló durante una noche (o varias... ya entenderán porque lo digo así).

Lo que les voy a contar, para mí fue muy real, como si estuviera despierto y consciente. Puede ser que si sucedió o a lo mejor Dios sabía que esa era una buena manera de llamar mi atención...

Te invito a que me prestes unos minutos de tu tiempo para contarte lo que paso aquella noche:

Era muy joven, tenía 22 años y tenía varios años de estar muy alejado de Dios. Me la pasaba saliendo con mis amigos, enfocándome en mis estudios, trabajo y metas personales. Quería pasarla bien y no le dedicaba nada de tiempo a Dios. No te contaré muchos detalles de mi vida personal, pero te diré que no era nada feliz.


Día 1

Fue entonces cuando una noche al dormir, de pronto desperté... pero al abrir mis ojos vi que no estaba en mi cama. Me sentía despierto, muy consciente, pero desorientando por no saber que estaba pasando. Lleno de adrenalina por la sorpresa de despertar en un lugar extraño.


Traté de calmarme, puse la mano sobre una pared que había a mi lado y respiré hondo varias veces para aclarar mi mente. Lo último que recordaba era estar en mi cama, pero ahora, estaba en la entrada interna de un hospital. Se trataba de un pasillo blanco, largo y lleno de ventanas. La siguiente imagen se parece un poco a lo que viví en ese momento:







Comencé a mirar a todos lados para tratar de entender lo que sucedía. Caminé despacio a través de los pasillos. Había muchas personas reunidas en pequeños grupos. Todos estaban tranquilos, me miraban un momento mientras yo pasaba junto a ellos y luego continuaban hablando como si mi presencia no les afectara en nada. Fue entonces cuando me di cuenta. Ese lugar no se parecía en nada un hospital normal. No había enfermos, doctores, enfermeras, camillas, nada que tuviera que ver con medicina. Eso hizo que mi duda fuera aún más grande.

Podía ver que ese Hospital era grande, con pasillos largos, paredes blancas y muchas ventanas por las que se podía ver un bosque con un pasto muy verde. Había muchas habitaciones y luego de mirar adentro de varias me di cuenta que todas eran iguales. Era una habitación para una sola persona, de 3 metros de largo y 2 metros de ancho, con una sola cama y un mueble pequeño en el fondo, ninguna tenía ventana y también eran de color blancas por dentro.


Esta foto se parece un poco a esas habitaciones:






Continué caminando por los pasillos y lo siguiente que me llamó la atención es que había bancas en los pasillos o en las esquinas donde las personas se sentaban a hablar largas horas. En algunos lugares frente a las bancas había televisores.


La foto más parecida que he logrado encontrar es la siguiente (solo que no había nadie en recepción):





Una persona se acercó y me saludó. Era un hombre alto y delgado, como de 45 años. Creo que por mi mirada y por mi comportamiento era obvio que era nuevo en ese lugar. Su nombre era John, me invitó a sentarme y estuvimos hablando por varias horas ese primer día.

John me explicó que ese era un lugar donde iban algunas personas que Dios quería hablarles pero que ellos en su vida diaria ignoraban a Dios. Que nunca tenían tiempo para él. Que en muchos casos Dios ya les había hablado a esas personas por medio de otros sueños, por circunstancias y hasta por medio de mensajes que les daba a personas que ellos conocían. Pero que, sin embargo, continuaban ignorándolo.

Ese primer día no fue nada fácil para mí. Le dije a John que yo sabía que todo se trataba de un sueño, que pensaba que iba a despertar en cualquier momento pero que entre más pasaban las horas más empezaba a sentirme nervioso por no hacerlo. A lo que él contesto:

John: Tú tienes un cuarto asignado acá, nadie más que tú y Dios sabe dónde está ese cuarto. Puede ser que hoy mismo o hasta de dentro de unos días Dios venga a este Hospital y te llame para que vayan a tu habitación. Entonces tendrás una charla con él y así podrás salir de este hospital, o despertar, dependiendo de si crees que esto es un sueño o no.

A lo que le contesté: ¡Dios viene a este lugar! Eso no puede ser verdad, no lo creo. Y, además, si fuera así de simple salir de acá. ¿Porque entonces hay tantas personas que aún están aquí?

John respiró profundo y tomó unos segundos para contestarme, como aquel que mira a alguien y le tiene que explicar algo tan simple que da enojo tener que explicarlo. Luego me dijo con voz cansada:

John: ¿No te has enterado de nada cierto?

Me asombré mucho por su reacción. Pero dado que, en mi cabeza, yo hacia unas horas atrás estaba durmiendo en mi cama y ahora está en un Hospital charlando con alguien que jamás había visto en mi vida, espere una respuesta que no fuera tan común.

John: ¿has tenido hambre desde que estas aquí? ¿Has tenido sueño, frio, calor, cansancio o necesidad de algo? ¡Verdad que no!

La verdad desde que había llegado a ese lugar estaba tan sorprendido y tratando de entender de como llegué de mi cama a ese hospital que no había puesto atención a muchos otros detalles. A pesar de haber estado ya varias horas para ese momento, no tenía hambre ni frio ni nada.

John: al pasar de los días, cuando las personas se sienten a gusto aquí. No quieren salir. Así que muchos cuando Dios viene a este Hospital y los llama a su cuarto no quieren ir para hablar. Muchos de los que están acá tienen muchos problemas económicos, grandes vicios con drogas, problemas con sus familias y con sus propias vidas. Así que este lugar es un refugio para ellos y prefieren seguir aquí antes que hablar con Dios y algo peor, volver a su vida diaria.

Todo eso me dejó pensando mucho. John y yo continuamos hablando un rato más y luego se despidió. Camino por un pasillo largo y luego doblo en una esquina y no lo vi más por ese día.

Al cabo de un rato noté por las ventanas que anochecía y que algunas personas regresaban a sus cuartos. Así que caminé por los pasillos, con un sentimiento extraño dentro de mí. Sabia hacia donde me dirigía, aunque nunca antes hubiera estado ahí. Subí unas gradas y caminé por más pasillos más hasta encontrarme con una habitación que sabía que era la mía. Ingresé y vi que no había nadie ahí. Me acosté en la cama y me quedé pensando mucho en todo lo que estaba pasando. Ese primer día había llegado al Hospital y había entendido un poco el propósito de estar ahí. Aun con más preguntas que respuestas me dispuse a dormir.


Día 2

Desperté en unas sábanas blancas luego de un largo sueño. Me sorprendí de golpe al pensar que las sabanas de mi cama no eran blancas y fue entonces cuando todo, como un golpe seco, volvió a mi mente. Aún estaba en el Hospital, no había despertado en mi casa, sino que continuaba en ese extraño pero acogedor lugar.

Tal y como lo había mencionado John, al no tener necesidad de nada en ese lugar. No tuve que buscar un servicio sanitario ni un lugar donde desayunar. Me pareció de lo más raro la idea de no sentarme en una mesa a probar un delicioso desayuno.

Estuve un rato en esa habitación y luego caminé por mucho tiempo por todo aquel Hospital. Poniendo atención a todos los detalles que había pasado por alto el día anterior. Nadie ahí peleaba, alzaba la voz ni discutía de nada. Todos estaban muy tranquilos y a gusto. Se la pasaban horas sentados hablando o viendo televisión. Según recuerdo la persona más joven que vi podía tener unos 15 años, y luego todo tipo de edades. Me pareció ver la misma cantidad de hombres que mujeres.

Ese segundo día lo dedique a conocer a las personas ahí. Me senté hablar con varios hombres y mujeres, a conocer un poco su historia de vida. Recuerdo 2 historias en particular.

Uno era de un joven de unos 25 años que era adicto a todo tipo de drogas y a meterse en problemas. Pero que estaba muy a gusto desde hace unos 3 meses desde que había llegado a ese lugar. Fue entonces cuando descubrí algo nuevo. Según el joven, él vivía en Europa y cuando estaba en su casa era el año 2001. Esto me sorprendió mucho, ya que yo solo hablo español y que, para mí, era el año 2012, ¡no el 2001!

Al hablar con una segunda persona. Una mujer de unos 35 años, de cabello largo y algo despeinado. Fue igual mi sorpresa ya que ella mencionó que vivía en otra época diferente a la mía y en un país con un idioma diferente. Sin embargo, yo le podía entender lo que hablaba.

Luego de pensar esto un rato. Pensé que si estaba en un lugar donde no sentía hambre o frio, no debería de sorprenderme tanto por hablar con otra persona que no hablara mí mismo idioma, o que no hubiera vivido en el mismo año que yo-


Historia de John

Al cabo de un rato vi a John a lo lejos y fui a buscarlo para hablar con él. Le comenté mi charla con estas 2 personas y soltó una risa como si le hubiera contado un chiste muy gracioso.

John: ¡eso que dices es lo más normal por acá! ¿Yo por ejemplo hablo inglés y aunque no sé qué idiomas hablas tú, ambos nos podemos entender como si habláramos el mismo idioma verdad?

Solté un soplido, como aquel que bota una persona que ha estado estresada. Y me reí junto con él. Estuvimos hablando durante toda la tarde hasta que se hizo de noche. John me contó de muchas personas que había conocido ahí, de sus historias de vida, de sus miedos a volver al mundo real y de que hasta llegó a conocer a un hombre de 60 años que decía tener 2 años de estar viviendo en el Hospital.

John: imagínate lo difícil que puede ser para ese señor volver al mundo real. ¡Puede que hasta termine loco!


Luego de esto John tuvo un poco más de confianza y me conto un poco de su vida. El vivía en el año 1836. Junto con su esposa vivía en una granja en uno de los estados centrales de Estados Unidos. Tenían un granero grande y de color rojo. Esto es una imagen algo parecida a lo que me describió aquel día:


  


Para mi John era un hombre serio, centrado y tranquilo. Pero a pesar de esto, me sorprendí cuando fue sincero conmigo y me dijo que, aunque era un hombre que siempre iba a la iglesia y trataba de mantener una apariencia ante la gente. En el fondo era un hombre que no le importaba mucho tener una relación con Dios. Ni ser un hombre tranquilo en su hogar, ya que de las puertas para adentro era un hombre que se enojaba fácilmente, al punto de gritarle a sus hijos y en muchas ocasiones cuando el enfado era muy grande, se llevaba a la fuerza a su esposa al granero y le pegaba. John tenía 6 meses de estar en el Hospital, había sido llamado varias veces por Dios para conversar en el cuarto, pero él no quería ir ahí. No quería regresar a su mundo real.

Al final de ese día, solo fui a mi habitación para pensar en cada historia. No fue fácil dormir, no podía dejar de pensar en todo lo que pasaba en ese lugar. Así que reflexione un largo rato sobre mi vida y porque Dios me había llevado ahí. Esperaba poder despertar en mi verdadera cama al día siguiente.


Día 3

De nuevo desperté en esa cama extraña y decidí desde temprano caminar por todo ese lugar para ver si descubría algo nuevo. Me sentía muy abrumado y aburrido. Me senté a ver televisión varias horas, ya que no lo había hecho en los 2 días anteriores. Daban programas de todo tipo, pero no dejaba de pensar en lo extraño que debió de ser para una persona que vivió en una época distinta a la mía, ver una por primera vez una caja con personas adentro.

Durante el resto del día me la pase caminando y viendo un poco de televisión. Me parece algo aburrido contar sobre eso.

Fue entonces cuando al estar sentado en una banca, pude sentir un sentimiento nuevo, algo que nunca había sentido antes en mi vida. Llego de pronto, era una paz profunda y llena de amor.
Luego, escuche una voz: te espero en tu habitación - Era Dios -

 Me gustaría ser un escritor con mucha habilidad para describir todo lo que sentía en ese momento.
Era un sentimiento noble y hermoso, un amor increíble que me lleno por completo. No tenía miedo ni duda, era Dios y sentía su dulce llamado en ir a la habitación.

No se los tipos de problemas que tenían las otras personas ahí, los motivos por los que no querían regresar a sus vidas reales. Pero donde yo sentí ese llamado de Dios para ir al cuarto, no pude resistir ese amor tan tierno llamándome. No lo pensé y enseguida me puse de pie y me fui rápido a mi habitación. Iba pensando en que vería al llegar, en que pasaría una vez que de habláramos, si era cierto que después de esa charla iba a regresar a mi hogar. Pero lo que más pensaba era como otras personas habían sentido ese llamado y habían preferido quedarse sentados en una banca y viviendo en ese Hospital en lugar de ir hablar con Dios. De verdad, pensaba: ¿Es tan grande el vicio que tiene con las drogas como para no querer volver a su vida real? ¿De verdad su vida es tan horrible allá afuera?


Dios llega a la habitación

Ahora, al escribir este blog, años después, me vuelvo a ser esa pregunta y puedo pensar que si hay terribles vidas muy duras. Si yo hubiera tenido una vida así de fea posiblemente también hubiera preferido seguir viviendo en ese Hospital en lugar de regresar al mundo real. Personalmente mi vida en ese momento no era muy bonita, vivía en continuas tristezas y con una falta de propósito por vivir, pero lo que me hizo ir a esa habitación para hablar con Dios, fue ese amor tan grande y tierno. Sabía que si regresaba a mi vida real no iba a ser fácil, no se iban a solucionar mis problemas de un momento a otro. Pero preferí tener un momento con Dios, a seguir en esa vida vacía que tenía.

Así que seguí caminando rápido, y al llegar cerca de mi habitación. Se podía ver una luz blanca que había adentro y resplandecía tanto que ese resplandor se podía ver desde el pasillo. Camine los últimos pasos muy despacio. De pie en la puerta de la habitación pude mirar a un hombre con el rostro resplandeciente. Sentado en mi cama, su ropa y sandalias eran blancas. No puedo describir su rostro ya que como dije, le resplandecía mucho y no lo podía ver.

Me acerque poco a poco, estaba sin aliento y sin palabras. No podía moverme y estaba como una estatua de pie en la puerta. Quería moverme, quería hablar, quería hacer tantas cosas al mismo tiempo, pero de la sorpresa no podía moverme.

Dios: ¿Porque has estado ignorándome cuando he hablado? He querido hablar muchas veces contigo, pero nunca me has prestado atención.

Me dijo Dios con una voz suave pero triste. Al momento de oír estas palabras me quebrante por dentro. ¿Cuántas veces él me había hablado y yo nunca le había puesto atención? ¿Cuántas veces el había querido pasar un tiempo conmigo y yo en mi terquedad nunca había querido creer en él?

No pude más y corrí hacia él. Caí arrodillado a sus pies y lo abracé. Sentía un amor como mundo no había sentido. El me devolvió el abrazo, me decía cuanto me amaba y cuánto tiempo había esperado para hablar conmigo. Hasta ese momento yo veía a Dios como un ser supremo, bueno, pero algo lejano a todos los humanos. Ese abrazo que Dios me dio, me enseño la faceta de la que habla la Biblia, pero nunca lo hacía conocido. La faceta de Padre. Ese abrazo era exactamente eso, el abrazo de un Padre. Un abrazo que alejaba todo temor y toda duda. Comencé a pedirle que me perdonara por toda la culpa que sentía por todos los momentos donde lo ignoraba y lo había mantenido lejos de mi vida.

Me abrazo con más fuerza y me dijo que no debía de sentir culpa. Que él me amaba y que estaba acá siempre para mí. Disfrute unos minutos abrazado a él, de ese amor y paz que no puedo describir.

Pongo una imagen parecida a como estaba arrodillado en ese momento con Papá, como ahora lo llamo.







De regreso a la vida real

Fue entonces que tal y como lo dijo John, en ese momento comencé a salir de ese Hospital. La luz que resplandecía de Dios comenzó hacerse más intensa hasta el punto que aunque tuviera los ojos cerrados, podía seguir sintiendo esa luz que no dejaba de hacerse más intensa.

Unos momentos después me desperté en mi verdadera habitación de mi casa. La impresión de verme ahí fue tan grande como la que tuve, 3 días atrás cuando ingresé aquel Hospital. Eran las 4 am, me sentía muy despierto y sentía que la cabeza me iba a explotar por todo aquello vivido.

Con los años, le he comentado esta historia a unas 10 personas. Algunos de ellos han sido creyentes en Dios y otros son ateos. No sé si tú, quien lees esto, eres creyente o no. No sé si me creerás que realmente lo soñé. Si fue cierto o no. Lo que espero es que pienses un poco en Dios, en Papá. Él es real, y así como a mí me habló mucho tiempo y lo ignoré, estoy seguro que te ha hablado. Espero que hayas podido escuchar su voz. Y si no te invito a que hables con él. Que leas la Biblia, donde él le habla a muchas personas y te muestra cómo es su corazón.